martes, 7 de agosto de 2018

Un poema de Irma Peirano

Irma Peirano

ÁRBOL 

Cortaron aquel tronco poderoso 
cuando julio afilaba sus cuchillos. 
Lo partieron en dos por la garganta 
congelando sus voces y sus bríos. 

Quedó amputado el árbol bajo el cielo 
como un gigante chorro detenido, 
un surtidor de luto entre tinieblas 
no pudo ser más triste y más sombrío. 

Rodeado de vacío quedó el árbol 
contándose memorias de sí mismo, 
oyéndose subir por la corteza 
la voz de los ramajes desprendidos. 

Qué gusto daba verle aquellos días 
en que moviendo acompasados círculos 
de viento infatigable, entrechocaba 
las vejigas ardientes del sonido. 

Dejaba trascender por ese entonces 
sus zumos olorosos, sus estímulos 
de varón vegetal airosamente 
dado a la tierra y en la tierra implícito. 

Cuando la noche destilaba sombras 
en los largos veranos encendidos, 
con fina lengua de amorosa lija 
aplicaba su sed bajo el rocío. 

Y en el rigor de julio, cuando hendieron 
su tronco milagroso los cuchillos, 
era un perfecto y cálido sistema 
de activa savia entre rumores vivos. 

Ya no hay quietud que pueda comparársele, 
no hay mutismo que iguale su mutismo. 
Un surtidor de luto entre tinieblas 
ahora no es más triste y más sombrío. 

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IRMA PEIRANO. Poesía reunida. Selección, prólogo y notas de Martín Prieto. Investigación biográfica y entrevistas de Delia Crochet. Editorial Municipal de Rosario. Rosario, 2003. Pp. 227-228.