lunes, 11 de junio de 2018

Un poema de Antonio Requeni

Antonio Requeni


MUSEO DEL ORO DE BOGOTÁ 

Entra al Museo y mira. 
Máscaras, tiaras, brazaletes, túnicas. 
Ajuar para las danzas del amor 
o los conjuros de la muerte. 
Último resplandor del infortunio. 
Hojas del árbol de oro de la noche. 
Desceñidos relámpagos. Votivas 
cicatrices de un fuego sepultado 
en el oscuro olvido en que se alberga 
un inaudito pueblo de cadáveres. 

Ellos también nos miran, ¿no lo adviertes? 
Ellos, los muertos, sucios, masacrados 
en mitad de la orgía melancólica. 
Ellos: rapsodas, tañedores, brujos 
con coronas de plumas y esmeraldas; 
los guerreros impúdicos, altivos, 
y princesas de cuellos imperiales. 
(Así los vio el conquistador ilustre 
Don Gonzalo Giménez de Quesada.) 
Son ellos, sí, los muertos. Y nos miran. 
Pero aún no sabemos entenderlos. 

Nos detenemos ante un vaso, un arma, 
un talismán, un peine, un espejito 
--la sangre fue lavada con esmero, 
ni una gota de barro los salpica--, 
y nos deslumbra el sórdido retablo. 
Membranas de oro, filamentos de oro, 
Lágrimas de oro. Genitales de oro. 
Rico botín para el coleccionista. 

¿No oyes un grito dentro de la sangre? 
¡Sal del Museo! ¡Vamos! ¡Apresúrate! 
¡Huyamos de una vez de tanto escándalo! 

Pero ellos nos esperan en la calle. 
Los muertos --otra vez-- que se acuclillan 
en la margen más triste del destino 
y, miserables, rondan nuestro tiempo. 
¿No los ves? Aquí están. Pero está vivos. 
Es una vieja indígena que ahora 
miras comer de un tacho de basuras; 
es este niño de ojos remotísimos 
que viene de otro reino y te suplica 
una moneda, un simple pedacito de cobre. 

- . - . - 

ANTONIO REQUENI. Antología poética. Fondo Nacional de las Artes. Poetas argentinos contemporáneos n° 7. Buenos Aires, 1996. Pp. 53-54. 


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