sábado, 31 de diciembre de 2016

Un poema de William Carlos Williams

William Carlos Williams

UNA NEGRA 

con su manojo de maravillas 
/ envueltas 
// en un viejo periódico: 
Las lleva en alto, 
/ la cabeza descubierta, 
// la mole 
de sus muslos 
/ la hace contonearse 
// mientras avanza 
mirando 
/ las vitrinas de las tiendas 
Qué es 
/ si no es un embajador 
// de otro mundo 
un mundo de lindas maravillas 
/ de matices dobles 
que ella anuncia 
/ sin saber lo que hace 
// sino 
que camina las calles 
/ con las flores en alto 
como una antorcha 
/ tan temprano en la mañana 

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WILLIAM CARLOS WILLIAMS. Versión de OCTAVIO PAZ. En Octavio Paz: Obras Completas VII: Obra Poética. FCE. 2014, México D. F. Pp. 938-939. 

viernes, 23 de diciembre de 2016

Un poema de J. V. Foix

J. V. Foix

Los partidarios del Sol se reunían en el Pradillo, a la hora del alba; sus adversarios del Refugio, salían tan sólo cuando había luna y, en tiempo de luna nueva, se recluían en antros ignorados. Cada cofradía tenía su bandera y cada uno de los hermanos exhibía símbolos adecuados a su ortodoxia, transcritos en colores alusivos en los carteles sostenidos por un tronco cuya altura aumentaba de día en día, en la mutua rivalidad. Me hice cofrade del Pradillo y desde la aurora hasta el crepúsculo paseaba por montes y playas mi pancarta, más alta que ninguna, en la que había pintado un gavilán coronado de girasoles. Los del Pradillo nutrían con trigos y frutos brillantes a los Menesterosos Informados, los del Refugio les proveían de carbones y betunes. Todo el mundo, en el pueblo, había escogido su facción e inflamaba el Conflicto. Los bandos se enfrentaban con invulnerable gravedad: un joven del Pradillo no se casaba con una muchacha del Refugio ni, a la inversa, ninguna refugiada habría coqueteado con uno del Pradillo. Belicosos, unos y otros constantemente lanzábamos piedras, con las hondas, los los arenales y eras, y quien ganaba un trofeo al adversario lo ofrecía inmediatamente a Santa Tecla, y los suyos le coronaban. Si los del Pradillo proclamaban que entrar en el Sol era ser luz en lo eterno, los del Refugio replicaban que se sumergían, con placer, en la perennidad de la muerte. Si aquellos se alababan de yacer con mujer joven allá donde brotan fuentes, éstos gozaban de yacer entre humaredas en un ninfeo desalojado. El otro día cuando, en playa abierta y entre dos luces, íbamos a combatir, por el lado de las Islas apareció una multitud de barcas de pesca, forasteras. Anclaron delante de nosotros y sus tripulantes amarraron, rápidos y callados, y después de meter sus temibles cuchillos en fundas de cuero, izaron, negros, sus aparejos en los palos y nos miraron desconfiados. Llevados por la fe, treparon, en hilera, a las naves, descargaron cajas y más cajas de pescado de mirada melancólica y, con gestos intimidantes, obligaron a los del Refugio a cargárselas sobre la cabeza y a llevarlas, por la Ribera, sin descanso. Vagabundos, no se atrevieron ni a lloriquear. Nosotros, libertos, les acompañamos al ritmo de las carracas pascuales y antes de llegar a la Morisca, entraron en el Túnel, por donde desaparecieron, asexuados, para siempre. Los forasteros de cara rústica, zarparon, oscurecidos por sus aparejos; nosotros nos fuimos a la destilería a oler los mostos y tiramos las hondas en la cuba de las trías. Desde ayer en los tejados y balcones de la Villa, en la punta del Baluarte y en la cima del campanario ondea un pendón único, colorado, con la imagen del Sol y sus atributos viriles. 

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J. V. FOIX. Antología. Texto bilingüe. Prólogo y traducción: Enrique Badosa. Plaza & Janés Editores. Barcelona, 1988. Pp. 206-209. 

sábado, 17 de diciembre de 2016

Un poema de Octavio Paz

Octavio Paz

DURACIÓN (VI) 

Te hablaré un lenguaje de piedra 
(respondes con un monosílabo verde) 
Te hablaré un lenguaje de nieve 
(respondes con un abanico de abejas) 
Te hablaré un lenguaje de agua 
(respondes con una canoa de relámpagos) 
Te hablaré un lenguaje de sangre 
(respondes con una torre de pájaros) 

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OCTAVIO PAZ. Obras completas. VII: Obra poética. FCE. México D. F., 2014. Pág. 315. 

jueves, 15 de diciembre de 2016

Un poema de Julio Requena


46 

Corpulento, desbordante luchador 
el sumo, cuyo peso 
semeja el peso de la Tierra... 

Los contrincantes sumos, cuando pelean, 
lanzan un puñado de sal, 
la sal que simboliza la purificación. 

Después se abrazan, sudorosos, 
gordos como lechones cebados 
a sangre humana. 

Y uno de ellos es la muerte, 
la sal de la muerte 
que cae sobre el otro 
y adoba su sombra. 

Pero el sumo, el hombre, 
derriba a la muerte 
demostrando que nada termina, 
ni siquiera con la muerte, 
porque todo es un interminable 
combate 
que nadie sabe 
cómo se inició 
ni cómo acaba... 

Abrazo del sumo y la muerte 
redondeando el misterio 
de la vida... 

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JULIO REQUENA. Vivenciar la muerte. Editorial El Copista. Córdoba (Argentina), 1997. Pág. 101. 

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Un poema de Luis Cernuda

Luis Cernuda

DIVERTIMIENTO 

"Asísteme en tu honor, oh tú, soneto." 
"Aquí estoy. ¿Qué me quiere?" "Escribirte." 
"Ello propuesto así, debo decirte 
Que no me gusta tu primer cuarteto." 

"No pido tu opinión, sí tu secreto." 
"Mi secreto es a voces: advertirte 
Le cumple a estrofa nueva el asistirte. 
Ya me basta de lejos tu respeto." 

"Entonces..." "Era entonces. Ahora cesa. 
Rima y razón, color y olor tal rosa, 
Tuve un día con Góngora y Quevedo." 

"Mas Mallarmé..." "Retórica francesa. 
En plagio nazco hoy, muero en remedo. 
No me escribas, poeta, y calla en prosa." 

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LUIS CERNUDA. La realidad y el deseo. RBA Coleccionables. Barcelona, 2001. Pág. 257. 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Un poema de Jeny Mastoraki

Jeny Mastoraki

LA ALEGRÍA DE LA MATERNIDAD 

Por las noches hago trabajos peligrosos. 
Ato grandes cuerdas 
de ventana a ventana 
y cuelgo diarios clandestinos. 
Qué puedo hacer, la poesía ya no rinde. 
Nos lo dijeron también otros, te dicen. 
Y después, hay algunos que cantan 
la alegría de la maternidad. 
Mi hija nació 
como todos los niños. 
Al parecer, tendrá también fuertes pies 
para correr a las manifestaciones. 

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JENY MASTORAKI. En Poesía Griega Moderna. Selección, traducción directa del griego, prólogo y notas, por Horacio Castillo. Editorial Vinciguerra. Buenos Aires, 1997. Pág. 251.