jueves, 15 de diciembre de 2016

Un poema de Julio Requena


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Corpulento, desbordante luchador 
el sumo, cuyo peso 
semeja el peso de la Tierra... 

Los contrincantes sumos, cuando pelean, 
lanzan un puñado de sal, 
la sal que simboliza la purificación. 

Después se abrazan, sudorosos, 
gordos como lechones cebados 
a sangre humana. 

Y uno de ellos es la muerte, 
la sal de la muerte 
que cae sobre el otro 
y adoba su sombra. 

Pero el sumo, el hombre, 
derriba a la muerte 
demostrando que nada termina, 
ni siquiera con la muerte, 
porque todo es un interminable 
combate 
que nadie sabe 
cómo se inició 
ni cómo acaba... 

Abrazo del sumo y la muerte 
redondeando el misterio 
de la vida... 

- . - . - 

JULIO REQUENA. Vivenciar la muerte. Editorial El Copista. Córdoba (Argentina), 1997. Pág. 101. 

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